Esta es la historia de mis abuelos, que allá
por los años 30 del s. XX, partieron desde Andalucía hacia Cataluña.
Mis abuelos eran de un pueblecito de la costa
tropical de Granada que se llama Castell de Ferro, se encuentra situado entre los términos
municipales de El Romeral, Calahonda y
la Mamola y como solía decir mi padre,“soy de un pueblo con nombre catalán
de la provincia de Graná”.
El pueblo en sí parece sacado de una postal,
pequeño de casas blanqueadas con cal y macetas multicolores en sus ventanas y
siempre mirando al mar, rodeado de hermosas calas y con un castillo en ruinas desde lo alto de un cerrillo
herencia de tiempos moriscos.
La mayoría de sus habitantes se dedicaban a la pesca, que era donde sacaban
su sustento y también de los campos que lo rodean.
Mi abuelo se llamaba Juan y era pescador, se quedó viudo siendo muy Joven y con tres niños que sacar adelante él solo, con el tiempo conoció a mi abuela Matilde y se casaron, allí nacieron mi padre José y mi tío Juan que eran gemelos, que por cierto de estar hoy vivos cumplirían los 100 años ambos ya que nacieron en 1923.
Cuando mi padre y mi tío contaban siete años, mis abuelos emigraron a Barcelona y se fueron a vivir a un barrio de pescadores llamado La Barceloneta, mi abuela tuvo dos hijos más, un niño y una niña también mellizos.
Mi padre me contaba que él y mi tío Juan eran tan iguales que mi abuelo no los reconocía y cuando hacían alguna trastada siempre castigaba al mismo niño, porque tenían hasta la voz muy parecida.
De mi abuelo no puedo contar mucho, ya que nunca lo conocí ni siquiera por fotos, sé que murió camino de Francia durante
la Guerra Civil, como otros muchos españoles huyendo de la barbarie y poco más.
En aquella época mi padre y mi tío contaban 13
años, me contaron que lo pasaron muy mal en ese tiempo, porque Barcelona la
bombardearon con aviones y con barcos, destruyendo todo a su paso, pasaron muchas
penalidades, fue horroroso.
Mi abuela, a la que todos sus nietos llamábamos cariñosamente “yaya” trabajó muy duro, siempre donde pudo, para sacar a sus hijos adelante, fue una mujer muy buena, valiente y fuerte a la que todos
queríamos mucho y que nunca olvidaré.
Al final la vida me trajo a vivir a Granada, la
tierra de mi padre, en la que llevo viviendo más de 40 años y donde formé mi propia
familia, llevo por orgullo ser hija y nieta de emigrantes y he heredado lo mejor de ambas
culturas, que es el respeto hacia los demás, que siempre nos enriquece como personas.
La vida muchas veces es un camino de ida y vuelta.
Merche.
Castell de Ferro, Granada.
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