YA ESTAMOS OTRA VEZ
Hace unos días pasó algo que me gustaría pasar a contar.
Resulta qué pusieron un bando en el ayuntamiento buscando a alguien que se ocupara de la pirotecnia, (ya saben de tirar los cohetes en las celebraciones, fiestas populares y demás festejos).
Nadie estaba por la labor, porque es peligroso si no se hace con cuidado.
Así que se lo dijeron a Marcelino y él dijo que sí encantado,
pero sabiendo cómo es, más de uno ya está arrepentido de habérselo propuesto.
Resulta que como es bastante merengón (ósea del
Madrid), pues cada vez que gana su equipo empieza a tirar cohetes a las doce de
la noche y si le gana al Barcelona, la cosa dura bastante más.
El otro día, sin ir más lejos, empezó a tirar cohetes
a las nueve de la mañana, para celebrar que era su santo, vamos que parecía que estábamos
en la mascletá de las Fallas de Valencia.
No se le ocurrió otra cosa mejor que hacer, que
tirarlos cerca de la casa del herrero, que ya sabemos todos que de diplomático
tiene bien poco.
Encima a su mujer casi le da un patatús del susto, de pronto el herrero salió de su casa dando muchos gritos y muy enfadado diciendo: Cómo
a mi mujer le dé un infarto por tu culpa, ya te puedes ir yendo bien lejos,
porque no respondo de lo que pueda pasar, un poco más y lo corre a garrotazos.
Por suerte, entre
todos los vecinos lograron tranquilizarlo, que si no la cosa hubiera acabado en
tragedia.
Y así
estamos, la verdad no sé qué pasa últimamente, por una cosa o por otra
siempre andamos con los nervios a flor de piel.
Dicen que es cosa de la primavera que la sangre
altera, a unos más que a otros la verdad sea dicha.
Merche
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